domingo, octubre 29, 2006

Alas de mariposa

Ayer salí volando por la ventana, no se como ni porqué, pero lo hice.
Era de noche y la ciudad, como la mayoría de la gente, dormía. Sólo algún borracho, noctámbulo o soñador rompía el silencio de la noche.
Creo recordar que antes de despertar y ponerme a volar, Sandman vino a verme.
Sandman, viejo amigo.
-Despierta-me susurró con su voz más cálida-, ha llegado tu hora. Ha llegado la hora de cumplir tu cometido. Ha llegado la hora de los sueños.
La verdad es que no me sorprendí de verle. Tampoco me sorprendió lo que me dijo.
Sandman, es Sandman.
Lo último que me dijo fue:" Recuerda, todos son importantes. Los sueños son como el mecanismo de un reloj; hasta el tornillo más insignificante puede llegar a ser la pieza clave."
Y me dio un cazamariposas.
-Sandman, las mariposas salen de día.
-Cierto, pero los sueños tienen alas de mariposa cuando se escapan por las ventanas. Esto suele pasar cuando la gente los ignora, o los maltrata o los olvida es viejas cajas amontonadas en refugios llamados trastiendas.
Así que vestida con una vieja camiseta y unos pantalones algo holgados, y blandiendo un cazamariposas, me dirigí a rescatar a los sueños. Salí por la ventana y empecé a andar por el aire.
Pude ver una mariposa preciosa; era el sueño de alguien que quería ser jardinero. Quería cuidar y mimar a las flores, quería ver crecer de la nada a una hierba o a un árbol. Pero en su día a día se disfrazaba con su mejor traje y ejercía de economista. Era lo que sus padres soñaron para él. Era lo que su mujer le pedía que fuera. Y con los años se resignó y olvidó su sueño.
Escondida en el alféizar de una ventana vislumbré a otra mariposa. Era pequeña y vivaracha. Éste tenía que ser el sueño de un hombre con ansias de demostrar al mundo toda su valía artística. Quería dibujar .Su vida era una hoja, y un lápiz. Pero sus padres insistían." Tienes que estudiar una carrera, hijo. Dibujar es de críos. Es un sueño, y nadie vive de ellos. No se pagan las facturas soñando. Haznos caso". Y el hijo pródigo hizo caso. Pasaba los días cobrando en un supermercado. Su sueño desapareció. No volvió a coger un lápiz.
-Que tristeza.-me dije.
Correteando por los aires y con el cazamariposas en mano, me puse a cazar esos sueños. No me lo pusieron nada fácil, la verdad. Pero cuando los tuve en mis redes les dije:
- No tengáis miedo, nadie os hará más daño.
Las mariposas se tranquilizaron y dejé que salieran de las redes. Revolotearon a mí alrededor y se posaron una en mi nariz y otra en mi hombro.
- Tranquilas. No os sintáis perdidas, ahora volveremos con aquellos que soñaron con vosotras una vez.
A pesar de que estábamos en Octubre, todavía había ventanas abiertas .Con poca dificultad me colé en la primera ventana. El jardinero dormía junto a su mujer.
-Ve, mariposa, ve a donde te corresponde.-La mariposa echó a volar y se situó en la cabeza del hombre, y me miró.- No tengas miedo, esta vez todo irá bien.
Salí de nuevo por la ventana y busqué al dibujante. Esté me lo encontré tirado en la calle con un estado de embriaguez bastante alto.
-Pequeña, ayúdalo, te necesita. Necesita soñar contigo, necesita aferrarse a esta vida y a ti. Vuela, mariposa, vuela.
Por el este empezaba a clarear. La noche acababa, dejando paso al día.
-Muy bien hecho, niña.-reconocí la voz de Sandman.
-Ha sido duro.-contesté
-Nadie dijo que no lo fuera.-respondió.-Ahora vete a descansar.
Y así fue como salí volando por la ventana, no se como ni porqué, pero lo hice.

martes, octubre 03, 2006

UN CAFE

De nuevo me perdí dentro del laberinto de mi ser.
De nuevo me agobié al no encontrar la salida.
De nuevo me sentí pequeña, diminuta.
De nuevo no era yo, era la Otra; aquella que de vez en cuando me encerraba y me escondía en la oscuridad y poseía mi ser. Aquella que jugaba a vivir mi vida a su manera, mientras yo luchaba por salir de ese laberinto sin resultado alguno.
Pero hoy, cansada de luchar y de buscar he decidido pasear por ese laberinto. Allí me he encontrado con viejos fantasmas, los cuales había olvidado. He visto cuadros de mi vida carcomidos por el paso del tiempo, ante los que he llorado como la niña que fuí.
Y mientras paseaba, he entrado en una cafetería repleta deviejos y olvidados amigos anclados en el pasado, que al verme se han alegrado y han vitoreado mi nombre. Unos me han llamado Esperanza, otros Pasado y otros Olvido. Y, allí de pie he sentido la necesidad de hacer un alto en el camino y he decidido tomarme un café conmigo misma.
Mi Otro Yo y yo nos hemos hablado de tú a tú. Ninguna de las dos hemos tenido que finguir ser quienes no somos.
Horas más tarde y con la mesa llena de tazas vacias y ceniceros repletos de colillas me he levantado. Mientras salía me he girado para despedirme de mis amigos. Mi Otra Yo parecia tan pequeña e insignificante...
Al cruzar la puerta de la cafetería, con la cabeza bien alta, me he encontrado con la salida del laberinto.
Tal vez el secreto haya sido el no buscar sino el encontar.
Tal vez el secreto esta en perderse dentro del laberinto y tomarse un café con uno mismo.